LA VERDAD

“Ningún ser humano con su circunstancia coinciden, luego el yo es diferente y cada uno captará la parte de verdad correspondiente. Lo que uno ve, no puede verlo otro. Cada individuo, cada persona, pueblo o época es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. Lejos de oponerse los distintos puntos de vista se complementan. Las visiones distintas no se excluyen, han de integrarse; ninguna agota la realidad y cada una de ellas es insustituible.” José Ortega y Gasset

viernes, 15 de febrero de 2008

El pirata

Hace mucho tiempo que sucedió esta historia.
Era un pirata que iba de un lado a otro, sin rumbo alguno por la mar, en su barco, como todos los piratas.
De cada sitio que visitaba se llevaba algo especial, un objeto, una planta... o un recuerdo. Todo lo iba guardando en su caja, su caja especial.
A veces se encontraba con otros en su camino, de vez en cuando alguno conseguía que lo aceptara en su barco, pero sólo en trayectos cortos y si de verdad podía beneficiarse con ello.
La mayoría intentaba abrir la caja, descubrir porqué la guardaba con tanto recelo, pero ninguno llegaba apenas a tocarla, siempre aparecía él, defendiéndola como si la vida le fuera en ello, como si no importara nada más que reservar de ojos ajenos lo que había en su interior.
Seguía viajando y escribiendo relatos de sus aventuras y desventuras, conservando siempre lo bueno y lo malo de sus andanzas en la caja.
Cierto día, estando en alta mar, le sorprendió una gran tormenta. El pirata no pensaba en otra cosa que en su caja, así que lo único que pensó fue en buscarla y salvarla. No dejaba de llover, apenas tenía fuerzas para sostenerse y en los bajos del barco comenzaba a entrar agua por una grieta producida por la violencia con que las olas azotaban el barco. El cielo parecía brillar por sí solo, el vendaval cada vez era más fuerte, y el pirata ya no sabía que hacer.
Un barco se acercó y él creyó que era su salvación. Sus esperanzas pronto se vieron truncadas cuando descubrió que otros piratas luchaban por alcanzarle y por quitarle lo poco que poseía. No opuso mayor resistencia, sólo luchaba por sobrevivir. Pero cuando vieron que había algo que parecía tener un gran valor, intentaron arrebatárselo: se lanzaron a por la caja, pero él no estaba dispuesto a que nadie descubriera su interior, así que, en un acto de desesperación, corrió hacia un extremo del barco y allí soltó la caja y acto seguido saltó él.
Destrozó como pudo todo lo que ésta contenía y logró su objetivo: nadie supo jamás lo que allí había, qué era tan importante y valioso como para que el pirata prefiriera morir y borrar toda su existencia antes que ser descubierto.
La cuestión es ¿mereció la pena tanta lucha?

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